sábado, 18 de enero de 2014

INTERESES PRIMARIOS Y PRIMARIAS CIUDADANAS

Hace más de quince años, Ludolfo Paramio, entonces profesor de Investigación en el Instituto de Estudios Sociales Avanzados del CSIC y miembro del PSOE, escribió un acertado artículo en el que describía y reflexionaba sobre una de las importantes patologías que sufrían los partidos políticos. Lamentablemente, pasado este tiempo, estamos donde lo dejamos.


A partir del ejemplo de esa patología crónica instalada en las organizaciones locales del partido laborista inglés, Paramio describía los “intereses primarios” como


“El fenómeno podía entenderse si se dejaba de pensar en el partido sólo como una organización cuyo objetivo es ganar las elecciones para poner en marcha un programa, y se le veía además como una arena en la que se enfrentaban intereses distintos. Los intereses primarios de los dirigentes locales (reforzar su poder dentro de la organización) podían pesar más que los intereses colectivos.”
Como puede leerse en el artículo:
“Este análisis es bastante adecuado para entender porqué las organizaciones partidarias pueden insistir en designar candidatos cuyas posibilidades de victoria parecen limitadas, pero que garantizan el control político de los dirigentes.”
Obviamente, cuando esto sucede y durante bastante tiempo, el hecho implícito en lo expresado, en virtud del cual se daría una divergencia entre las candidaturas preferidas de los militantes y las preferidas por la base electoral del partido, revelaría una crisis grave y profunda en la estructura organizativa del partido y su organización local.


A mi entender, esta patología se ha instalado y cronificado en no pocas organizaciones locales de algunos partidos –sino todos- de izquierda, en la medida que la derecha tiene métodos escasamente democráticos para la elección de sus cargos orgánicos e institucionales.

Lo bien cierto, es que un partido en el que se reitera este proceder es de una debilidad extrema, fácil presa de la derecha, si tenemos en cuenta que sus dirigentes prefieren conservar el poder interno y no desprecian el acomodo en la oposición. La derecha se preocupará de dar a esos dirigentes “las comodidades suficientes” para que les valga la pena conservar ese status.

Una primera consecuencia es que la derecha gobernante estará configurando a su izquierda opositara, ampliando el campo de juego de los partidos opositores mediante todo tipo de bienes y derechos, ya sea con buenos sueldos, escoltas, restaurantes, participación en tribunales de oposiciones, desmedido número de asesores, etc. En definitiva, un campo de juego relevante en el que se puede ejercer poder: colocando o vetando personal, decidiendo en qué se gasta el dinero, representando al partido en innumerables y vacios actos protocolarios, etc.

Una segunda consecuencia es que el problema será estructural. Sigamos leyendo a Paramio: 
“Un partido no es una coalición más o menos armoniosa de intereses diversos, sino una institución que trata de lograr una actuación cooperativa de distintos actores (locales y nacionales) estableciendo un orden de preferencias entre sus intereses para alcanzar objetivos globales, de interés general. Si, a la hora de elegir candidatos electorales, no es posible alcanzar esa cooperación dentro de una organización partidaria, parece evidente que se trata de un problema estructural que afecta a la propia funcionalidad social del partido. Por tanto, éste deberá afrontar algún tipo de actuación que le permita readecuar su oferta, en términos de candidatos y programas, a las demandas de la sociedad en general y de sus votantes en particular.”
En mi opinión, nos encontramos ante “un problema estructural que afecta a la propia funcionalidad social del partido”, no es algo coyuntural, pasajero, provocado por la crisis, se trata de una patología de largo alcance que, en mi opinión, requiere de cambios culturales y estructurales de gran calado.

Una tercera consecuencia es la necesidad de encontrar mecanismos para hacer frente a esas patologías y, así llegamos a las elecciones primarias abiertas, entendidas como un medio de
 “afrontar algún tipo de actuación que le permita (a los partidos) readecuar su oferta, en términos de candidatos y programas, a las demandas de la sociedad en general y de sus votantes en particular.”
Enlaza esta idea con lo dice nuestro autor: 
“En un partido democrático, en cambio, parece evidente que el problema sólo se podrá resolver modificando los mecanismos de afiliación y de participación, para evitar que la militancia se restrinja a los grupos de apoyo a los intereses particulares dentro de la organización: para evitar el clientelismo.”
Así las cosas, me pregunto: 

¿No debería la ciudadanía progresista de las ciudades ser convocada para que sus demandas tuvieran algún reflejo en los programas y en las personas que los ha de representar?

Si las ciudades son los escenarios de la innovación y los cambios sociales, ¿no deberían los partidos afrontar patologías enquistadas abriéndose a esas demandas?

¿Tenemos que resignarnos a que partidos construidos y apoyados con la generosidad y el empeño de millones de ciudadanas y ciudadanos sean marionetas al servicio de intereses primarios y fácil presa de la derecha?

Son demasiados años, y no hay una única solución, el problema es muy serio y profundo, pero nadie debería despreciar un tratamiento traído de una mayor y mejor democracia.
Primarias abiertas a la ciudadanía en las ciudades, partidos abiertos en ciudades abiertas.

Francisco Sanz
Abogado y militante socialista.
Miembro del Foro Ético y de la Asociación cívica RedPública.


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2 comentarios:

  1. No somos las izquierdas contra las derechas, somos la ciudadanía unida contra la codicia del poderoso, que odia la democracia en el que pueblo sea el soberano... y por eso nos divide en izquierdas, derechas, creyentes, no creyentes, independentistas, españolistas, republicanos, monárquicos, ...
    BASTA!! queremos unidad de partidos y movimientos que no ocupe escaños hasta no tener mayoría, en ese momento no gobernar sino instaurar la democracia y entregar de inmediato el poder al pueblo en elecciones libres.

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  2. Las Primarias son un avance para evitar los "terribles males", un tanto exagerados, que teme el autor.
    ¿No es rizar el rizo sacar consecuencias precipitadas sobre un Reglamento que todavía no se ha empezado a aplicar?
    SE puede dar mas opciones a los ciudadanos, que puedan avalar o que puedan ser candidatos, pero no creo que sea evidente y esconda ninguna mala fe de la direción.
    El Reglamento es suficientemente equilibrado aunque parece que hay demasiadas ganas de buscarle segundas intenciones. Apliquemos el reglamento, hagamos las primarias, y luego saquemos conclusiones.

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