jueves, 23 de enero de 2014

Se busca eurodiputadx. Razón aquí.

Estos días atrás se han venido publicando las primeras encuestas continentales de intención de voto para las elecciones al Parlamento Europeo. Parecen indicar, por regla general, un ligero ascenso de los progresistas, un leve descenso de los populares europeos y sobre todo una multiplicación de miembros euroescépticos y de extrema derecha. No dejan de ser datos anecdóticos, pues la lejanía de los comicios y la escasa representatividad de los muestreos continentales hacen que estos resultados no puedan considerarse más que, en el mejor de los casos, mínimamente aproximados a la realidad. Más aún cuando tampoco se sabe a ciencia cierta a qué grupos parlamentarios irán los electos de numerosos pequeños partidos que se intuye obtendrán representación. Pero más atrevido y desacertado que aventurar cómo quedará el reparto de fuerzas en la Eurocámara, es interpretar los resultados de las encuestas conforme a lógicas, normalmente nacionales, que nada tiene que ver con la realidad política comunitaria.


El error está en hacer una lectura cuantitativa en lugar de cualitativa del próximo Parlamento Europeo, cuando lo relevante no es cuántos diputados sacará cada grupo sino qué posición tomarán estos grupos ante los retos de Europa y las demandas de sus ciudadanos. Ante la única certeza numérica que arrojan las encuestas, el crecimiento de la extrema derecha, de los antieuropeístas y de aquellos que creen que Europa debe ser un proyecto meramente económico regido por Estados, no tiene sentido detenerse en si socialistas o populares serán primera fuerza política de la Cámara. En Europa no rige únicamente la dicotomía progresistas vs. conservadores. Los debates soterrados son entre más o menos Europa, entre una Europa más o menos social, entre una Europa de y para los Estados o de y para los ciudadanos. Son luchas desiguales, al menos en los últimos años, donde la primera ha ido ganando terreno a la segunda y donde los únicos y escasos avances hacia una Europa federal se han dado más por pánico a que la crisis acabara con la UE que por convencimiento popular de las bondades de un proyecto común. Y si ha sido así pese a un relativo equilibrio de fuerzas ideológicas en el Parlamento Europeo, no cuesta imaginar que más lo será cuando la mayoría neoliberal de Estados que lideran el Consejo tengan que negociar con un Parlamento donde a las tibias posturas en defensa de los derechos sociales de sus ciudadanos vividas hasta ahora se sume una extrema derecha antieuropeísta fuerte. 

De ahí que lo interesante no es ver cuántos escaños sacará la Alianza Progresista de Socialistas y Demócratas y el resto de partidos de izquierda, sino el saber si harán una defensa encendida de los pueblos europeos frente a unas élites que no los representan. No caben medias tintas. Hoy ya no. O se es élite o se es pueblo. Del mismo modo que conviene saber si harán una defensa a ultranza de una Europa con alma en lugar de un proyecto radicado en la billetera. Como ya dijo alguien, hay que hacer que suba el centro de gravedad de Europa del bolsillo al corazón. Ante esta tesitura, da igual tener 150 o 250 eurodiputados si éstos se muestran tibios en la defensa a ultranza de lo social.


El problema radica en que mejorar en calidad es más complicado que aumentar en cantidad. En el caso de España, algunos partidos pequeños han dejado en manos de la ciudadanía, bajo diferentes fórmulas, la elección de quienes los representarán en un campo, el europeo, donde se juegan las decisiones más importantes y que más les afectan. Por su parte, los dos partidos mayoritarios han entendido que son sus aparatos los más indicados para confeccionar las listas. Si bien es cierto que ninguno de los dos métodos, primarias o dedazo, asegura la elección de los más preparados e indicados para el puesto, es de agradecer al menos que ante la duda algunos hayan optado por implicar a militantes, y a la ciudadanía en general, en la construcción de una Europa que siendo el vértice de nuestro día a día la percibimos cada vez más alejada de sus gentes y más cercana a los poderes fácticos. 

En ambos casos, no cabe sino apelar a la responsabilidad de quienes eligen las alternativas entre las que luego votaremos para seleccionar a los que nos representen ante el reto que supone defender al ciudadano de la derecha, sea moderada, extrema o extremista. 

En el caso del PSOE, ha dejado las primarias para mejores momentos, lo que podría ser interpretado por sus simpatizantes como un indicio de que las elecciones europeas son menos importantes que las nacionales, autonómicas o municipales. O que no van con los ciudadanos. Flaco favor a la imagen de la Europa de los pueblos. Si algún día el desapego ciudadano es irreversible e insoportable, tendrá que asumir su parte de responsabilidad. 

En el caso socialista, es vox populi que en la confección de la lista confluirán diferentes actores e intereses, desde las distintas familias hasta el reparto geográfico. Será por tanto responsabilidad de cada una de las personas que participan en dicho proceso de confección de listas, y exclusivamente de ellas, el que los elegidos defiendan con la altura de miras excepcional requerida, pues excepcional es la situación, la Europa de la educación, de la cultura, de lo social, de los trabajadores, de los jóvenes, de los sin recursos, de la igualdad… en suma, de los ciudadanos. Que sean defensores de lo público, cercanos a los ciudadanos, con experiencia en el ámbito internacional, éticos y críticos, preparados, con dedicación exclusiva, tal y como se proponía esta semana desde Foro Ético.

Ya que no han dejado a militantes y simpatizantes tomar la decisión, es de esperar de la dirección del partido, de sus barones regionales, de quienes hoy hacen pasillo por conseguir un puesto, en definitiva de quienes tienen algo que decir en la preparación de la lista, que asuman que si bien Europa no nació como un proyecto de izquierdas, sí se convirtió en una utopía social y ciudadana que tienen la obligación moral y ética de salvar de la quema neoliberal. A ese ciudadano tantas veces defraudado por la política se le debe al menos el darle la opción de votar, tenga la ideología que tenga, eligiendo entre los mejores y entre aquellos que sean capaces de devolverle la ilusión por una Europa que evoque, como antaño, modernidad y esperanza.

Chema Cruz 

es periodista y consultor especializado en asuntos europeos, 
@ChemaCruzR
Beatriz Talegón 
es Secretaria General de la Unión Internacional de Jóvenes Socialistas, 
@BeatrizTalegon
Ambos son miembros de Foro Ético
 @Foroetico
Artículo publicado en www.elboletin.com @elboletinmadrid

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