Desde mis 74 años esta realidad política española e incluso europea me remonta a la de mi niñez. El silencio de opinión era la clave. La norma diaria subsistir y callar.
Cuando a los 20 años como economista oí al profesor Sampedro hablar del alto índice de analfabetismo en España respondí dando clases a adultos en Andalucía desde el SEU (Sindicato Español Universitario). Era la única respuesta aceptable como ciudadana. Y allá fui con dos compañeros, cerca de las minas de Riotinto, cuyos intentos de huelga silenciaba la Prensa, cuando Fraga Iribarne visitaba las minas y no pasaba de dos de sus seis plantas, volviendo a Madrid tan desinformado como había salido.
Ocho años pasé en Cataluña recién casada, y puedo reconocer que mi rechazo a su “llingüa materna”, trabajando en Sindicatos de Tarrasa, era mi educación nacionalista del centro que nos concienciaba: “hábleme en cristiano”, resonaba en mi memoria lejana.
Superados los 30, por suerte o fatalidad histórica, he vivido la entrada nacional a la social -democracia. “¿Por qué tienes miedo a los guardias, si son amigos?”, preguntaba extrañado un sobrino mío a su madre, que valoraba en esta pregunta el estupendo cambio social y ciudadano. Qué triste ahora, tener que procurar que nuestros hijos o nietos eviten que los guardias les apaleen o aprisionen en una manifestación. Yo ya sé cuidarme, he escuchado de joven a un compañero cómo acabó en la cárcel cuando subido en un árbol el policía le esperó a que agotado acabara deslizándose hasta el suelo, donde le recogió para llevarlo a chirona.
Desde mis 40 años soy psicóloga, y entiendo que la globalización ha descoordinado y cambiado el proceso evolutivo del mundo...para bien y para mal. Que la realidad política humana marcha en el tiempo como van los carros, siempre dando las mismas vueltas a los mismos intentos, para ir entendiendo dónde está lo acertado, en sucesivos actos diferentes de ensayo y error…repitiendo pero avanzando a través de los años y la Historia en insistentes vueltas a diferentes ciclos: "libertad demócrata-autoritarismo insultante"…una y otra vez.
Sé que la actual sociedad “avanzada” gira en un nuevo intento por gobernar de forma autoritaria. Está asustada de ver el despertar global de pueblos antes ignorantes, hoy conectados directamente al móvil y la informática, percibiendo las enormes diferencias entre ricos y pobres…que los ricos acrecientan, amurallándose aterrados ante la avalancha de los ignorantes.
La Unión Europea se creó con la esperanza y el sueño de acabar con las continuas y seculares guerras, buscando compartir tierra, trabajo y capital…Como decía John Lennon, la vida es aquello que va ocurriendo mientras uno proyecta lo contrario: la vida es cambio. ¿Quién se iba a esperar esto? ¿Repartir la tarta ante tantos hambrientos e inesperados invitados?
En Mayo las elecciones europeas serán decisivas para cómo desarrollar el nuevo proyecto de convivencia. Para España son vitales de cara a nuestro próximo Gobierno Nacional. Nos jugamos en Europa hacer posible un positivo rumbo, las viejas ruedas de nuestro carro político se moverán hacia la igualdad demócrata o el autoritarismo inhumano. Si hay mayoría progresista, y sale Schultz como Presidente de la Comisión, puede haber en Europa un cambio progresista importante.
Desde mis 74 años revivo mi adolescente y joven impotencia: “vamos a votar sí”, oí decir sin cuestionarse nada a una joven sumisa de entonces, por los años 60. Ahora, como en mi juventud, percibo absolutamente inerme la dificultad de elegir e influir en quiénes van a representarnos desde España en las elecciones europeas próximas. ¿Cómo hemos llegado a esto?.
Temo que en el mejor de los casos los representantes idóneos no elegidos por mí salgan ya inermes, aplastados por el capitalismo y la desigualdad a ultranza. Como en mi adolescencia percibo toda la injusticia social que me rodea y la dificultad de intervenir para remediarlo.
Sé que no votaré como española al socialismo si previamente no veo en mi partido insistencia en promover cambios en la Ley Electoral. No diré nada y asocio en mi
mente este impulso a la imagen de Celia Villalobos ante la reforma por la Ley del Aborto.
Como en mi juventud el silencio y la sobrevivencia personal pueden ser mis odiosos móviles para la supervivencia.
Isabel Cabetas Hernández
Economista y Psicóloga
Miembro de ForoÉtico
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