Han desaparecido, robado, 500.000 toneladas de carbón. Así,
esfumado. El empresario encargado de su custodia afirma, sin sonrojo, que han
sido las lluvias. Yo creo que menoscaban la capacidad de sustracción del
unicornio de cuerno rosa. O, tal vez, que nos toman por idiotas.
Supongo que era el mejor colofón para el Debate del Estado
de la Nación de un gobierno que vive en una continua alucinogénesis de
autocomplacencia y confusión.
Pero la realidad que palpo cada día en mi labor municipal es
que hay personas desesperadas y, lo peor, desesperanzadas. Hay ancianos que han
dejado de tomar medicinas porque simplemente no pueden pagarlas y no atinan a
saber cuál es el remedio natural y el hierbajo adecuado para calmar los dolores
de sus artríticos huesos. Personas mayores que no pueden dejar de trabajar en
la ganadería porque esas vacas que les cobran días de vida consiguen llenarles
el estómago. Mayores que esperan, con la mente ausente y enferma, esa plaza de
residencia que nunca llega.
A cambio, confeti, payasos y globos de colores en cantidades
tan ingentes como para enterrar miles de euros en fastos de artificios para una
Ana Mato que no veía que su garaje se llenaba de coches de alta gama y su
armario de bolsos. Sobresueldos para aquellos a los que un sueldo de diputado,
e incluso ministro, le sabía a poco y necesitaba más dinero para poder estar
por encima del común de los mortales. Porque, de toda la vida, los indeseables
sólo consiguieron ser superiores aupándose en fajos de billetes aunque, como se
está viendo ahora, éstos vinieran de un expolio en toda regla del dinero de
todos y todas.
Todo ello con un Bárcenas sobrevolando encima de sus cabezas
mientras funde billetes a ritmo de heliesquí con un contoneo de caderas a la
par que una ejecución sublime de peinetas. ¡Qué gran maestro fue Aznar en el
arte de la peineta! ¡Y qué capacidad la de Carlos Floriano de decir una cosa y
la contraria en menos de veinticuatro horas!
Mientras hay personas desesperadas que se suicidan porque ni
la vida se pueden permitir, mientras hay familias que pasan hambre, mientras
hay miles de niños que lo que más oyen son el ruido de sus estómagos vacíos
rugir, confetis, globos, coches de lujo, billetes de avión e inmundicia moral
disfrazada de putrefacta riqueza amasada con penas, lágrimas y noches sin
dormir de los despojados por un sistema que siempre castiga al más castigado.
Este es un gran país pero no por la balanza de exportaciones
ni porque Mariano estime una hazaña haber trabajado 36 horas en una cumbre
europea –los médicos lo hacen habitualmente y no se ven en la necesidad de
acudir al Congreso de los Diputados a ponerlo en conocimiento de sus señorías-,
es grande porque su gente lo es.
Y tiene memoria.
Leire Diez
El artículo es responsabilidad y opinión del firmante . Los comentarios, vertidos por las personas visitantes, son responsabilidad de las mismas. @foroetico
Extraordinario artículo Leire, muchas gracias por desenmarañar la inmundicia de los dirigentes actuales que gobiernan este país. Gracias por señalar la enorme capacidad de resistencia de los ciudadanos frente a la opresión indecente del gobierno y sobre todo muchas gracias por ese final que interpreto como una semilla sembrada al viento... "este es un gran país... es grande porque su gente lo es. Y TIENE MEMORIA"
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