martes, 1 de octubre de 2013

LAS PRIMARIAS CIUDADANAS Y LA RECONSTRUCCIÓN DE UNA BASE CIVICA DE IZQUIERDA

La posibilidad de que el PSOE celebre elecciones primarias abiertas a la ciudadanía para la elección de las candidaturas a la Presidencia del Gobierno, tanto del Estado, como de las Comunidades Autónomas, así como a las alcaldías de los municipios con un cierto nivel de población es uno de los temas de debate, con una mayor o menor intensidad, presente en la agenda política española.


El último Congreso Federal del partido, formuló está posibilidad, con una nutrida base argumentativa que revelaba el firme convencimiento de que el partido –los partidos-, debe abordar profundos cambios en sus estructuras, prácticas políticas y modos de seleccionar a sus dirigentes (un militante, un voto directo) y a sus cargos públicos (primarias abiertas a la ciudadanía).

Ese firme convencimiento deberá confirmarse, atendiendo al mandato y al espíritu del máximo órgano del partido, en la próxima Conferencia de Octubre, la cual deberá determinar, mediante mecanismos concretos, esa voluntad política de cambio sobre el modelo de partido.

De modo más o menos explícito hay un reconocimiento de que las patologías de los partidos, sobre los que hay abundante literatura científica, experiencia sobrada y gran consenso ciudadano, tienen una notable presencia en la organización socialista, con unos inevitables y perversos efectos en las políticas que se diseñan y se realizan.

Los males de la burocratización, el clientelismo, la corrupción, el abuso de poder, la jerarquización, la precariedad democrática, la pobreza de ideas, la arbitrariedad, la anteposición en muchas ocasiones de los intereses individuales frente a los colectivos, del interés personal al del propio partido, la falta de preparación y/o dedicación de buen número de representantes, la falta de igualdad en los procesos electorales internos, los privilegios del aparato, las dificultades para articular voces críticas, las limitaciones a la libertad de expresión, la acumulación de cargos orgánicos y públicos, la sucesión interminable en los cargos (concejal, alcalde, diputado provincial, diputado autonómico, diputado a Cortes o senador, eurodiputado, director general…) la imposibilidad de muchos otros de optar a esas responsabilidades, la limitación al derecho fundamental a la participación política, al acceso igual y libre a la representación en la instituciones, la instalación en un “modus y status vivendi” parejo al de los políticos de la derecha, con intereses comunes en escenificar una lucha política teatralizada y falsa son, en fin, un mal ambiente para propiciar una práctica política capaz de responder a las necesidades de igualdad, justicia y libertad que definen la razón de ser de la izquierda.

Ante esta deriva sin fin, ante la degradación de los bienes más preciados, de aquellos que sólo pueden articularse en el espacio público, el espacio del progreso colectivo, escenario de todos los proyectos igualitarios, espacio creado para dar fuerza a los más débiles, espacio de la memoria y la esperanza de millones de personas, espacio de civilización frente a la barbarie, de la razón frente a la sinrazón; ante todo esto, estoy convencido de que no nos queda otra que ampliar, enriquecer y llenar el espacio público de nuevas energías, de energías que hoy se encuentran dispersas y desconcertadas, apáticas y descreídas, aisladas en su suerte y desconfiadas, deshumanizadas.

No hay proyecto igualitario posible sin una base social que lo articule, que lo construya y le de soporte, no hay base social progresista sin una base moral colectiva, como tampoco es posible ese proyecto sin grandes partidos renovados, abiertos al aire de la ciudad y de la ciudadanía, despojados de aquellas patologías, no hay proyecto de izquierda sin una llamada a la ciudadanía, a su compromiso, a su responsabilidad en la cosa pública mostrada en toda su dimensión, en su conflicto y en su complejidad, en su potencial y en su fragilidad.

Las primarias abiertas no son la panacea, no existen panaceas, pero si son un intento audaz que permite introducir cambios previsibles, también imprevisibles, en los partidos. Hay al respecto, simplificaciones interesadas e incluso frivolidades poco tolerables, como las de aquellos dirigentes que se piden unas primarias adelantadas a su medida, hay quien las reduce a una simple lucha por el poder, o una “vendetta” de los perdedores, hay quien ve rotos sus esquemas de partido jerárquico, autoritario y bien engrasado, de unos tiempos que no volverán (los descamisados los son por muchas razones), hay quien manda callar porque habrá café para todos, hay quien vende sus principios por un plato de promesas, de adulaciones y privilegios, de cuotas de poder sin poder, hay quien calla por miedo a discrepar, hay quien se instala en un cansino “lo vas dejando” hasta no recordar qué se dejó en el camino, sin saber que se le cayeron principios, ilusiones y energías, con pocas fuerzas para salir adelante, amalgama de silencios cómplices, de relajación moral, servidumbres voluntarias, supervivencias degradadas, líos que no van conmigo. Elenco de excusas de mal pagador que estrecha, reduce y aísla al partido y, lo que es peor, nos estrecha, reduce y aísla a nosotros como personas.

Llamemos a las puertas de nuestros vecinos, de nuestros amigos y familiares, digámosles que también “la cosa” es cosa de ellos, que sabemos qué hemos hecho mal, pero también lo que hemos hecho bien, que hay cosas que tienen difícil solución y que les afecta a su vida, que hemos aprendido lo que nos deteriora y nos aparta, que no les hemos escuchado y que queremos escucharlos y que nos escuchen, que la tarea es colectiva, que la democracia sólo vive de la gente, que la ley solo sirve si se cumple, que las mejoras en nuestras vidas se han sustentado en los esfuerzos de muchas personas y que vienen de lejos, que esas mejoras desaparecen si estamos fragmentados, aislados y solos, que así nos quieren los que no quieren que nada cambie.

Estamos convocados a hacer nacer un nuevo partido, tenemos que cambiarlo, debe ser un compromiso personal y colectivo, tenemos que comprometer a la ciudadanía abriendo las ventanas, encontrar a nuevos militantes, provocar la participación, ampliar la base del partido con el diálogo, con la implicación en la búsqueda de soluciones ante tantos problemas, necesitamos ciudadanía dispuesta a ir en nuestras listas de nuestras ciudades y pueblos (¿tal y como está el partido en cuantos sitios no seremos capaces de presentar lista?, relajar las diferencias entre los de dentro y los de fuera del partido, necesitamos un “baño de ciudadanía”, ser ciudadanos antes que militantes (prueben a cambiar el “chip”), quitarnos prejuicios, pasar de los “patriotas de partido”, de tantas miserias morales e intelectuales, recuperar la dignidad de la política, del disfrute del tiempo colectivo, ampliando nuestro territorio moral y mental.

Laten en el fondo del debate, del retraso y del silencio sobre las primarias ciudadanas, dos concepciones antagónicas de la política, con el reto clave para la propia política de hacerlas compatibles, un camino que llevamos adelantado quienes apostamos, con un moderado y firme entusiasmo, por ponerlas en marcha pronto y bien. 

Algunos dicen que no toca hablar del partido, del “instrumento”, es curioso que quienes dominan el instrumento no quieran hablar de ello, expertos de la mesa camilla, no quieren que les levantemos las faldas…a la mesa.

Termino con una cita de Alfonso Ruiz Miguel “La democracia constitucional”:

“Tanto en la historia del pensamiento como en nuestras concepciones actuales hay, reducidas a esquema, dos visiones esencialmente distintas de la política. Desde un primer punto de vista, que puede remontarse al menos hasta Aristóteles, la política es la actividad en la que se desarrollan nuestras preocupaciones y virtudes comunitarias, aludiendo sobre todo a la gestión de los asuntos colectivos de una comunidad para evitar los conflictos y fomentar la cooperación social y la coordinación de los distintos intereses y opiniones. Desde otro punto de vista, la política aparece como lucha para la obtención o el mantenimiento del poder por excelencia, el poder político, caracterizado por el instrumento de la coacción frente a otras formas de poder, como el económico o el ideológico.”

Es improbable que Aristóteles se presente en unas primarias ciudadanas aunque, quizá se pueda hablar de lo que pensaba.


Fran Sanz
Abogado y militante socialista. 
Miembro del Foro Ético y promotor de la asociación cívica valenciana “Red Pública”.

Este artículo es responsabilidad y opinión de su firmante. Los comentarios, vertidos por las personas visitantes, son responsabilidad de las mismas.





No hay comentarios:

Publicar un comentario

Expón aquí tus opiniones y aportaciones, serán tenidas en cuenta en la elaboración de los documentos de trabajo.