viernes, 6 de septiembre de 2013

¿Quién defiende qué, quién defiende a quién?

… sabemos qué defienden y a quienes defienden los jerifaltes del régimen y sus camisas pardas, voceros y demás fuerzas de choque: defienden los bastardos intereses de una corrupta casta política declaradamente convertida en heredera de las trescientas familias que vienen dominando Cataluña desde hace unos cuantos siglos. Y defienden también las migajas de las subvenciones y de empleo públicos que reparten entre sus bases estabuladas.
Ya ha enviado Artur Mas su carta a Mariano Rajoy. El lobo ni siquiera trata de parecerse a un cordero porque lo más significativo de cuanto escribe Mas es amenazar con la independencia unilateral. El presidente catalán había iniciado el proceso con una innecesaria convocatoria de elecciones que, a pesar de gobernar en cómoda mayoría, intentaba disimular una pésima gestión y los recortes que siempre fueron más allá de los que desde el gobierno central aplicaba el mismísimo Partido Popular.
Luego, tras el fracaso en las urnas, se echaron al monte prometiendo el oro y el moro de la independencia. La pérdida de escaños significó el fracaso de CiU y una preocupante progresión de ERC, formación caracterizada por su aventurerismo y que ahora, como en otras ocasiones, se convierte en la sanguijuela de sus irresponsables compañeros de viaje a quienes jibariza, como ya hiciera con el PSC de Maragall y Montilla, jugada que está a punto de repetir, esta vez a costa de Convergencia.
Esas dos fuerzas que en un penoso ejemplo de degradación democrática monopolizan simultáneamente los roles de gobierno y oposición, con la complicidad necesaria de la izquierda renegada, PSC e Iniciativa, conforman lo que se ha dado en llamar el Partido Único Catalán (PUC), la base política sobre la que se asienta esta especie de régimen que los catalanes padecemos desde hace ya demasiado tiempo.
A dicha base política, hay que añadir la que en uno de los frecuentes ejemplos de degeneración del lenguaje llaman sociedad civil, un enorme conglomerado de organismos y entidades generosamente subvencionadas con los dineros de todos, que se han constituido en esta especie de nuevo movimiento nacional, por seguir utilizando unos términos que nos recuerdan pasadas épocas tan tenebrosas como ésta a la que podemos estar abocados ahora si las cosas no se remedian a tiempo. Cuentan además con el apoyo de los medios de comunicación, públicos y privados, pero siempre comprados o alimentados, al servicio del poder nacionalista, unos medios que, con honrosas excepciones, son la negación de la democracia y una verdadera vergüenza para el periodismo.
En ese enjambre de chupópteros de apenas apariencia democrática pero con auténticas pulsiones golpistas, la mayoría creados al amparo del poder cuando no directamente por el mismísimo Govern de la Generalitat, destaca el llamado Consell Assessor para la Transición Nacional (CATN), un grupo de afectos intelectuales orgánicos bien engordados que acaba de evacuar (nunca mejor dicho, por las resonancias escatológicas) un informe en el que apelan a la “legitimidad histórica”, tratando de justificar una supuesta imagen negativa de España e inventándose mil y una razones que apuntan claramente a la insurrección en descarada actitud de quienes se quieren apoderar de la yegua o de lo contrario amenazan con matar al potro, atinado dicho popular que ya he citado en otras ocasiones.
Por todo ello, a corto o medio plazo, los catalanes y el resto de los españoles podemos vernos inmersos en una tremenda crisis política y social añadida a la ya gravísima crisis económica actual, de persistir el desafío insurreccional en curso, auténtica situación de emergencia en la que sabemos qué defienden y a quienes defienden los jerifaltes del régimen y sus camisas pardas, voceros y demás fuerzas de choque: defienden los bastardos intereses de una corrupta casta política declaradamente convertida en heredera de las trescientas familias que vienen dominando Cataluña desde hace unos cuantos siglos. Y defienden también las migajas de las subvenciones y de empleo públicos que reparten entre sus bases estabuladas.
Pero, a la izquierda huérfana por la traición de PSC e Iniciativa, a la inmensa mayoría no nacionalista de la ciudadanía catalana y al conjunto de los españoles ¿quién nos defiende?
No nos defienden ni siquiera los dos partidos mayoritarios con posibilidades de gobierno. No nos defiende el PP que se limita a la práctica del dontancredismo tan propio del irresponsable y cobarde presidente Rajoy al que no se le conoce ni una sola iniciativa para oponer argumentos o tomar decisiones de fuerza legal y legítima cada vez más imprescindibles ante los desafíos del soberanismo en su permanente incumplimiento de las leyes, en el desarrollo de planes y en la creación de estructuras estatales ejecutando inexorable y minuciosamente políticas encaminadas a declarar la independencia por las malas, que las buenas, aquí y ahora, no son posibles.
No nos defiende tampoco el PSOE que no sólo no ha corregido ninguno de los errores perpetrados durante el período de Rodríguez Zapatero sino que, de la mano de un Rubalcaba que ni está ni acaba de irse, incapaz de hacer algo útil pese al desastre de gobierno al que se opone ¿?, sigue manteniendo y apoyando irresponsablemente a un PSC hundido y atenazado por sus divisiones internas más aparentes que reales porque ni la dirección actual es capaz de retomar la lealtad al proyecto socialista abandonando sus complicidades nacionalistas, ni los disidentes más soberanistas acabarán de irse porque a fin de cuentas todos ellos se aferran al mantenimiento de la licencia, patente o franquicia socialista con el fin de seguir engañando a unas cuantas docenas de miles de votantes que aún les quedan, cada vez menos, para ponerlos al servicio de sus compadres del régimen catalanista.
Y lo peor de todo es que el tiempo se agota y que ya es hora de que se levanten, con las armas de la democracia y con la fuerza de la razón todos aquellos que tienen la responsabilidad, la capacidad y la obligación de defendernos, empezando por la ya citada mayoritaria ciudadanía catalana no nacionalista, que pueden y deben ser lo más importante y los principales interesados en defenderse ellos mismos antes de verse definitivamente reducidos a la condición de súbditos o de emigrantes en su propio país por la sinrazón de quienes nos están abocando a la quiebra social y a la ruina económica que padeceremos durante generaciones.

Pepe Castellano, cofundador del PSC, militante del PSOE y presidente de Ágora Socialista

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