Son sindicatos aquellas organizaciones que defienden los intereses
de los trabajadores, tal como los define nuestra Constitución o simplemente aquellas asociaciones de trabajadores, jurídicamente constituidas para la
defensa y la promoción de sus intereses profesionales, económicos o sociales de
sus miembros. De todos ellos solo tendremos por representativas las
organizaciones que representan al
conjunto o a una parte de los trabajadores y trabajadoras de una empresa o
administración tras obtener la representatividad necesaria mediante la celebración
de unas elecciones para negociar las mejoras laborales y salariales de sus
representados o del conjunto de personas de un colectivo determinado.
¿Por
qué planteamos esta explicación previa?. Porque es necesario que cuando se
habla de sindicatos no se centre el debate únicamente en las dos
organizaciones más representativas de este país, que también, sino que ese
debate debe alcanzar a todos ellos pues el binomio transparencia y democracia
debe estar presente, obligando conductas, en toda organización sindical, por pequeña que sea su
representatividad en su ámbito de actuación, porque también está recibiendo
fondos públicos y está obligada a dar cuenta sobre su correcta
utilización.
En cuanto a su regulación, en la legislación española, el Comité
de Empresa está regulado en los artículos 62 y 63 del Estatuto de los
Trabajadores, como uno de los tres órganos colegiados representativos de los
trabajadores a efectos de relaciones laborales. Para concurrir a las elecciones
sindicales en España es necesario hacerlo en representación de un sindicato
legalmente constituido, o avalado como independiente, por un porcentaje de firmas
de entre el total de trabajadores de la empresa o centro de trabajo. En este último caso, la
eficacia de la elección se agota en el ámbito para el que esos representantes
hayan sido elegidos, es decir, no serán tenidos en cuenta a la hora de determinar
su carácter representativo.
En el mundo occidental no cabe dudar del papel que jugaron las
organizaciones sindicales en los siglos XIX y XX, como defensoras, en un primer
momento, de la vida de los trabajadores
e inmediatamente después como definidoras y defensoras de los derechos de los
trabajadores. En España, los sindicatos, surgidos en
el año 1830 han constituido un elemento fundamental de modernización, unas
veces a través del enfrentamiento y otras mediante la negociación,
contribuyendo a la construcción de un sistema en el que la garantía de un
creciente bienestar para la clase obrera y la movilidad entre clases terminaron
siendo una realidad.
Ya en el siglo XX, -y sin entrar a analizar el papel político que
cumplieron durante la
Guerra Civil - durante la dictadura franquista, se plasmó la concepción
falangista de que en las relaciones laborales no había ni clases ni grupos
enfrentados, sino que todos, patronos y trabajadores tenían un mismo fin que
les iguala. De ahí los denominados Sindicatos Verticales. Una organización en
la que se agrupaban escalonadamente trabajadores y empresarios de una misma
rama de producción. Aunque formalmente este tipo de organización estaba
definido como forma de solventar las tensiones entre productores y dueños de la
producción, de hecho fueron un simple instrumento de dominio y subyugación de
los trabajadores quienes se encontraban totalmente indefensos al ocupar la
parte baja de esa “verticalidad”. Es más, los jueces estaban para refrendar las
decisiones de la patronal y las fuerzas de orden público para coaccionar a todo
aquel que fuese más allá de lo concedido benévolamente por el
Estado/Patronal.
Cuando llegó la democracia a mediados de los años 70 y tras las primeras
elecciones sindicales se puso de manifiesto la existencia de dos centrales
sindicales casi hegemónicas: UGT y CCOO. Esa condición las legitimó como
principales interlocutores y así les fue reconocido por los responsables
políticos, necesitados de una contraparte social que validase unos acuerdos que eran
imprescindibles para alcanzar la necesaria paz social que permitiese el avance
de la democracia en España. Por esta razón se les reconoció un importante peso
político e importantes ventajas económicas.
A partir de ese momento estas dos organizaciones sindicales y de
clase obtuvieron una serie de beneficios económicos como:
a)
Devolución del patrimonio sindical incautado por Franco tras la guerra civil
b) Asignación de subvenciones fijas con
cargo a los Presupuestos Generales de Estado.
c) Participación en los programas de formación
de los trabajadores
d)
Regulación de la actividad sindical con la determinación de las horas que cada delegado electo puede dedicar a sus funciones sindicales. En
las administraciones públicas esas horas pueden ser cedidas por los delegados
electos a fin de que haya personas dedicadas a tiempo completo a las tareas
sindicales.
e)Participación en los Consejos de
Administración de las Cajas de Ahorros y de los entes públicos con el cobro de
sus correspondientes retribuciones.
f)Concesión de subvenciones por parte de
las Comunidades Autónomas para programas.
Transcurridos más de treinta años desde el inicio de la democracia
en nuestro país comprobamos cómo es, más que necesaria, una revisión de sus
modelos organizativos y sobre la transparencia de la gestión de las
subvenciones públicas que perciben. No decimos esto porque sea una moda hablar
de transparencia sino desde el convencimiento de que toda organización, institución o
persona que perciba dinero público debe ser un cristal impoluto a través del
cual la ciudadanía pueda conocer el destino dedicado a ese dinero, puesto que
es el de todos.
La creciente brecha entre los dirigentes sindicales y la sociedad
es paralela con la que percibimos con los políticos y esto es negativo para el
conjunto de los trabajadores y trabajadoras ya que desconfían de las
organizaciones que tienen que velar por el mantenimiento y mejora de sus
derechos laborales.
Algunas de las propuestas, en aras a la recuperación del
prestigio social perdido, deberían
obligar a que:
.- Sus cuentas fueran públicas, al margen de la subvención
establecida en los Presupuestos Generales del Estado, y que fueran auditadas
externamente cada año, haciéndose públicos los resultados. Tanto esas
cantidades como las percibidas por su participación en órganos consultivos o
por formación deberían ser estrictamente justificadas. De igual forma deben ser
auditadas por el Tribunal de Cuentas
.- Se
rinda por el dinero destinado a formación de los trabajadores y trabajadoras,
que es la cantidad que a cada uno de nosotros se nos detrae de nuestra nómina
para ello, y la formación realizada sea
sometida a evaluación.
.- La presencia sindical en los Consejos de Administración solo lo será
en el caso de que esta sea necesaria y fundamental , siempre y cuando, su papel sea el de garante del cumplimiento
estricto de la legalidad vigente en las materias que atañen a dichos consejos.
.- Se
determine con claridad el número de “liberados” sindicales
en cada una de las ramas de los sectores productivos. Esto no debe producir ningún
temor o recelo. En el sector público vienen determinados, desde la Mesa general de la Función Pública a
las mesas sectoriales establecidas en el
EBEP, pero en el resto de sectores este número es más incuantificable. Claridad
y transparencia: tantos liberados sindicales para el número de representados.
La mayor parte de la financiación de
las organizaciones sindicales procede del cobro de sus cuotas, ¿podrian mantenerse con las cuotas de su afiliación o mediante la asignación
directa, voluntaria y libre, que los trabajadores hiciesen a través de la
declaración de la renta?. Si fuera posible el mantenimiento de las mismas
únicamente con esos ingresos se habría dado un paso importantísimo en cuanto a
su independencia del poder político
Del
mismo modo afirmamos que es imprescindible un cambio radical en la organización
interna de los sindicatos: que en los procesos electorales todos sus miembros
puedan ser candidatos con el único requisito de que así lo hayan manifestado o,
cuando menos, que todas las listas sean abiertas; elección universal y directa
de los secretarios generales, obligación
de dedicar un espacio amplio en las publicaciones para el pensamiento
discrepante dentro de la organización; participación en la toma de decisiones
previa consulta a la afiliación…En estos momentos el funcionamiento interno
sigue respondiendo a un modelo rígido propio de tiempos pasados donde las
diferentes “familias” o “sensibilidades” tienen su cuota de poder e impiden la
regeneración interna del sindicato evidenciándose ante cualquier observador las
actuaciones realizadas para controlar los procesos electivos en función del fin
que la dirección quiere conseguir.
Y tú ¿que opinas?
Muy interesantes los planteamientos que se hacen en este artículo. Yo considero que además de profundizar en la transparencia económica y la democracia interna, los sindicatos debería plantearse sus estrategias con las empresas y revisar el funcionamientos de sus delegados, así como la elección de los mismos y me refiero principalmente a los dos grandes sindicatos de clase que hay en España, puesto que son el referente de la mayoría de los trabajadores. En cuanto al tema de las estrategias me refiero a que en muchas ocasiones según la representatividad que tengan en las mismas actúan de una manera o de otra, y me explico. Pongamos por ejemplo una empresa en la que estos sindicatos estén en minoría con respecto a un sindicato independiente, entonces la estrategia que adoptan es la de desprestigiar y calumniar al sindicato mayoritario y cualquier acuerdo que se negocie con la empresa es malo para los trabajadores. Por otro lado cuando son mayoría firman acuerdos con las empresas aunque las condiciones pactadas para los trabajadores sean peores que las del caso uno. Por el lado del trabajo y elección de los delegados, en muchos casos a los dos grandes sindicatos sólo les preocupa la cantidad de los delegados que tienen y no la calidad de los mismos, todo ello en la vorágine que mantienen entre sí por ser el sindicato más representativo del país. Esto nos lleva a que en muchas ocasiones estos delegados son personas resentidas con la empresa, conflictivos y malos compañeros. Además suelen usar sus horas sindicales para beneficio personal y no para hacer trabajo sindical. Todo esto lo ven los trabajadores de ahí la desafección que tienen hacia los sindicatos. Otro problema es la burocratización de los sindicatos, lo que conlleva que cuando entra algún delegado nuevo con ganas de trabajar y hacer cosas nuevas enseguida se le relega para evitar que pase por encima de los que llevan años en el puesto. También están las empresas pequeñas y medianas que tienen más de cinco trabajadores, donde normalmente los grandes sindicatos promueven elecciones mediante personas que contratan para tal fin, y una vez celebrado el proceso electoral y conseguidos los delegados, estos no son atendidos por nadie del sindicato abándonásdolos a su suerte hasta el siguiente proceso electoral, motivados siempre por el hecho de tener más delegados que el otro gran sindicato para ser, como ya dije, el más representativo.
ResponderEliminarEn el tema de las elecciones sindicales tengo mis dudas si realmente son efectivas pues conllevan mucho gasto económico y de horas sindicales. Además que pasa con los trabajadores cuyas empresas o negocios no superan los cinco empleados y por lo tanto no pueden elegir delegados. También están las empresas pequeñas y medianas que tienen más de cinco trabajadores, donde normalmente los grandes sindicatos promueven elecciones mediante personas que contratan para tal fin, y una vez celebrado el proceso electoral y conseguidos los delegados, estos no son atendidos por nadie del sindicato abandonándolos a su suerte hasta el siguiente proceso electoral, motivados siempre por el hecho de tener más delegados que el otro gran sindicato para ser, como ya dije, el más representativo y porque no tienen liberados suficientes para poder atender todos los delegados de estas empresas como debería ser. Al final donde realmente son más efectivos es en las grandes empresas porque disponen de secciones sindicales grandes y un número de delegados que permite acumulara horas en beneficio de uno o más delegados que realmente puedan hacer un trabajo sindical en condiciones.Mi experiencia como sindicalista me lleva a la conclusión que las elecciones son una perdida de tiempo y de dinero, y que habría que buscar otra fórmula de representación de los trabajadores, por ejemplo mediante la afiliación u otros sistemas implantados en otros países. Espero que estas reflexiones sirvan de ayuda para regular de una manera eficiente el trabajo sindical y las organizaciones sindicales.