sábado, 1 de junio de 2013

La democratización interna de los partidos

A lo largo de las últimas décadas se ha hablado mucho de la democracia interna de los partidos sin que su debate haya pasado a primer plano, pero es en este momento, inmersos en una crisis política europea supeditada a otra económica de similares dimensiones, cuando decidimos replantear todo lo conocido, pues todo lo conocido ha cambiado profundamente. Es legítimo y necesario, pues la necesidad de actuar de urgencia, impele a reflexionar rápida y decididamente antes de que la crisis social impida que sean los propios partidos, herederos de la democracia, quienes planteen soluciones, o cuando menos propuestas, que recojan la sensibilidad de la mayoría. Para ello se ha de pasar un filtro difícil de eludir por la exigente ciudadanía: la credibilidad. No puede demandarse a estamentos, entidades, organizaciones e individuos que asuman unos compromisos de madurez democrática si los partidos no son capaces de hacerlo. Es el principio básico de lo que podemos denominar un nuevo contrato con la ciudadanía que ha de permitir la justificación de los actos que se realicen ante quienes son los firmantes de ese contrato.


De los estudios publicados y procesos observados en nuestro entorno y en los más lejanos, analizados con distancia estadística, esta situación no parecería que pudiera ser grave, pues la reflexión en algunos países democráticos recientes es de décadas en procesos tranquilos de debate sobre el asunto y, todo sea dicho, con importantes avances. Pero también en el seno de Europa se están moviendo posiciones hasta hace poco rígidas que destierran la parte teórica efectuada hasta el momento, tal y como estamos observando en países como Francia o Italia, siempre viendo como lejanos, incluso extraños, los procedimientos de actuación de los países nórdicos. En España también se pueden analizar algunos estudios detallados, como los de la Fundación Alternativas, que nos dicen que la ciudadanía no estaba hace unos años, y en líneas generales, descontenta con el funcionamiento de los partidos y su dinámica interna, con cuestiones relevantes que, aunque se debatían, no se consideraban apremiantes y por tanto existía una democracia interna en los partidos razonablemente adecuada, con sistemas que eran aparentemente óptimos por causas diversas que van desde la resistencia al cambio hasta la conveniencia de unos resultados que fueron buenos electoralmente a lo largo de décadas y que conforman estructuras rígidas y altamente pesadas en sus movimientos, imposibilitando la voluntad de sus miembros que desean que no sea así y sin que exista correspondencia con los intereses de la sociedad. A ello se refieren los extensos reglamentos que recogen los derechos y deberes de los militantes y las garantías jurídicas que se ofrecen, por ejemplo, como “la regulación de la posición jurídica de los miembros con base en la igualdad de derechos” o la “previsión clara de la articulación territorial y de organización del partido, de las facultades y responsabilidades de sus órganos y de las condiciones para acceder a sus cargos”, ambos, elementos de petición de mejora constante a lo largo del tiempo, pero enmarcados en otra época, en otras circunstancias.

Sin embargo, tal y como hemos señalado, el tiempo actual nada tiene que ver con el de hace una década, ni tan siquiera un lustro, y por tanto todo se han demostrado claramente insuficientes. Los casos de corrupción que ocupan repetidamente las portadas de los diarios, los acontecimientos, las demandas sociales y el desencuentro de los partidos con los ciudadanos por sus propios incumplimientos electorales, hacen que de forma más clara podamos hablar de déficits democráticos que urge atajar, más que de de una ausencia de democracia de la mayoría de partidos. 

A estos déficits son a los que me voy a referir para no hacer de este documento algo innecesariamente extenso, además de ser los elementos comunes a las demandas y análisis efectuados desde diferentes ámbitos en la sociedad española. Si se palían, si se consiguen corregir, podremos decir que el avance habrá sido significativo.

La categorización puede ser cambiada, pero en base a ella, encontramos dos elementos que me parecen esenciales, demandas recurrentes que abarcan a órganos e individuos en los tres ámbitos siguientes, que son transversales y por tanto con atención prioritaria en el momento de detallar mecanismos y procedimientos: la atención a las minorías en procesos y órganos, especialmente las mujeres, y la innovación tecnológica que ha de estar presente en todo momento como elemento de gestión de conocimiento indisoluble a cualquier aspecto que pretendamos corregir. 

Por otro lado no hemos de olvidar que entre los fines que se pretenden, que antes apenas se consideraban pero sin los cuales todo lo demás pierde sentido, está la apertura a la sociedad mediante la disolución progresiva de las fronteras que separan la militancia de los partidos con aquella, dando participación continua a los movimientos sociales y ciudadanos que quieran colaborar y recibir correspondencia. 

Así pues los déficits de democracia interna en los partidos políticos que son precisos mejorar son:

De transparencia en:
- En la elección de candidatos y representantes, ( a nivel nacional, autonómico y local de más de 20000 habitantes) así como en sus mecanismos. Se necesita transparencia en la selección de candidatos y listas. Si bien existen fórmulas diversas, se ha demostrado como un procedimiento a seguir el de las elecciones primarias abiertas a la ciudadanía mediante voto de militantes y ciudadanos según un compromiso escrito. Incluso en algunos partidos se ha experimentado con éxito esta fórmula también para la elección de las listas. La continua demanda de listas abiertas hace que en su estudio, como mínimo, se haya de considerar listas abiertas en procedimientos mixtos. Si bien el proceso ha de detallarse para garantizar el éxito en participación y garantías ( nosotros propondremos pronto uno) es indudable que se trata de un proceso que permite hacer visibles equipos, propuestas, debates y la conformación y confrontación de liderazgos que la sociedad recibe de primera mano provocando dinámicas intra y extra partidos que envuelven e involucran a grandes bloques ciudadanos, lo que de por sí constituye un fin en sí mismo. Conviene reiterar el hecho de que la presencia de minorías de forma general, y de la mujer en particular, es deseable por cuanto el compromiso ( en el PD de Italia, las listas en primarias abiertas eran de cremallera en cuanto a género) hacia los partidos que suponen la edición pública de estas listas permite un ejercicio ejemplar para el citado contrato ciudadano.

- En la financiación. Es imprescindible eliminar cualquier rastro de posible corrupción en la financiación de los partidos, sea legal o no. Un país corrupto, que lo es a través de sus partidos, es directamente proporcional a la desafección del ciudadano hacia ellos. Este aspecto es de tal entidad que por sí solo constituye un estudio aparte, sin embargo básicamente hay que atender a la publicación periódica y actualizada, en internet, de cada ingreso tanto a nivel colectivo como individual, de los gastos y de la distribución de éstos. Los militantes y ciudadanos han de conocer no solo la limpieza del proceso interno económico sino del peso que se le da a cada una de las partidas a las que se destina el dinero y bienes.

- Mediante la rendición de cuentas periódicas: no referido al ámbito económico, sino a la gestión de cada uno de sus cargos orgánicos en base a criterios por determinar por las propias agrupaciones de base, entre cuyas funciones ha de prevalecer ésta. Esta rendición de cuentas no ha de ser únicamente al terminar un mandato, sino que se han de establecer mecanismos que permitan, de forma clara y ordenada, su difusión incluso externamente al partido a partir de ciertos niveles, lo que facilitará, con mayor criterio, la elección de candidatos.

- En la decisión de grandes temas de interés. Existen asuntos de temas de interés nacional o autonómico transcendentes que no pueden decidirse de manera exclusiva por la dirección del momento en partidos que cada vez son más plurales, donde las tendencias son diversas y las opiniones a menudo contrapuestas. Por tanto es necesario que de manera pública se efectúen debates que ayuden a tomar decisiones y que pueden efectuarse tanto de manera presencial como virtual por medio de plataformas de comunicación digital de manera sencilla para consultas reflexivas, dinámicas y rápidas. Este tipo de debates, si se hacen visibles de manera continuada, potencian un cambio de cultura arraigado que divulga que un partido político en sus debates se desangra y es castigado por los votantes.

- En los compromisos con su programa electoral: los partidos se presentan siempre ante la ciudadanía a través de su programa electoral y observan que, más tarde o más temprano, incumplen ese programa que le ligaba a sus votantes de manera en ocasiones recurrente sin que haya una correspondencia a su frustración. Por tanto han de existir mecanismos internos que evalúen de forma periódica el cambio de planteamientos para que, los militantes primero y los ciudadanos después, respalden o reprendan las actuaciones tomadas y permitan la corrección de las mismas si se demanda, evitando que esa forma de proceder continúe a los largo de meses o años.

- En las alianzas y figuras próximas. A menudo, de forma sobrevenida o prevista, se producen alianzas que contradicen el propio ideario del partido, los valores del mismo o el propio contrato con la ciudadanía o sus militantes. Es preciso que los vínculos o compromisos hacia otros partidos, con un margen de flexibilidad claro y decidido, así como con figuras próximas como los movimientos ciudadanos, queden definidos de antemano, explicados a la militancia y debatidos si es necesario en un escenario de tomas de decisiones importantes.

De participación en : (innovación, mecanismos de comunicación, votación y debate mediante internet):

- Elección de cargos orgánicos y representantes: no puede ya obviarse la demanda de las bases sobre una participación directa en la elección de cargos internos del partido, tanto para secretario general a nivel autonómico, autonómico, local y muchos de sus órganos internos. Esta elección ha de ser mediante elección directa por los militantes por la fórmula de 1 militante 1 voto. De esta forma se reduce el control, a menudo excesivo, de los aparatos del partido sobre la selección de dirigentes que impiden la renovación de las élites y que, en todo caso, ha de regirse bajo principios recogidos vía estatutaria de mérito, capacidad y valores éticos. 

- La toma de decisiones: para la mayoría de decisiones que, incluso a nivel local, se han de producir se necesita de la participación de los militantes que desean ser consultados. Han de sentir que su poder en el partido es real, que participan de los éxitos y fracasos del partido. Para ello se han de proveer mecanismos de consulta a las bases, mediante procesos innovadores presenciales y virtuales que asuman esa consulta como vinculante y dar peso a la militancia, dotándolas de poder.

- La pluralidad interna, en el fomento de debates internos : es necesario el reconocimiento explícito de múltiples corrientes de opinión en el seno de un partido, como debería ser lo habitual. Todo ello redunda en una pluralidad que ha de favorecerse, pues es naturaleza de la dinámica interna de los partidos, no ocultarse. Se han de crear los mecanismos necesarios para que se produzcan los debates internos y sean percibidos por la sociedad como algo normalizado que enriquece la vida del partido y fortalece la ideología del partido. De acuerdo con el mandato constitucional los partidos han de expresar el pluralismo, por tanto no hay más remedio que regular ese pluralismo en el plano interno, y eso exige no solo el reconocimiento de estas corrientes de opinión, sino de unas reglas de juego presididas por la equidad y la libertad de expresión asegurando un debate profundo, avanzado, entre opciones plurales dentro del marco establecido.

De seguridad en:

- Órganos de control ( garantías ) para los procesos de elecciones: en especial en lo que afecta a los avales de los candidatos que han de ser públicos, en el porcentaje de acceso y en los procesos que han de regirlos. Todo ha de estar muy concretamente especificado en los reglamentos. Estos órganos han de ser, en la medida de lo posible plurales ( que respeten todas las sensibilidades) y externos.

- Acceso a cargos: mecanismos que conduzcan a procesos con garantías para que desde la igualdad se pueda optar a cualquier puesto siempre bajo los principios de mérito capacidad y valores éticos.

- Afiliaciones y expulsiones: los mecanismos de afiliaciones suelen ser opacos y sujetos a alguna contrapartida que, aunque pudiera ser ética, ha ser transparente y vinculada a los procesos de mecanismos internos poco aprovechados, como los órganos sectoriales, en directo contacto con los ciudadanos, para favorecer su implicación de acuerdo a principios regulados. En el momento en que se habla de difuminar las fronteras del partido con la ciudadanía, la afiliación ha de sufrir un proceso de transformación que invite a convenir con el ciudadano un compromiso que vaya más allá del carnet de afiliación que ha sido, demostrado en muchas ocasiones, ficticio, interesado o inútil. Las expulsiones, de forma paralela, no pueden ser gratuitas o sujetas a una normativa que diga de forma genérica que daña la imagen del partido o va contra los intereses del mismo cuando lo decide una oligarquía, cuando oculta una legítima discrepancia, por lo que ha ser regulada por órganos externos o mixtos que tengan en cuenta las circunstancias y el contexto.

Emilio Martínez Hernández

Este artículo es responsabilidad y opinión del firmante.  Los comentarios, vertidos por las personas visitantes, son responsabilidad de las mismas. 

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Expón aquí tus opiniones y aportaciones, serán tenidas en cuenta en la elaboración de los documentos de trabajo.